Gabriele de Fersen era un joven programador de éxito que llevaba una vida depravada y llena de excesos. Pero, tras sufrir un aparatoso accidente naval que casi le costó la vida, se replanteó su conducta. De Fersen encontró a Dios y decidió solicitar el ingreso en la Santa Orden del Temple. La Orden le ofrecía un medio de santificar sus ansias de acción, dedicándolas a la obra del Señor, y también era una manera de aplicar sus conocimientos técnicos para servirle. De Fersen se entregó en cuerpo y alma a su preparación para la guerra santa en el duro monasterio de instrucción de Santiago de Neoterra, en Aquila. Con sus últimos ahorros se costeó un implante de combate, de manufactura templaria, que le permite activar rutinas de combate aceleradas. De Fersen se convirtió en un disciplinado caballero templario que recibió su bautizo de fuego en los estertores de las Guerras NeoColoniales. En el campo de batalla demostró poseer una fe y una seguridad a prueba de balas, y también un punto de bestia indómita. Al término del conflicto, volvió a Neoterra donde continuó puliendo sus habilidades castrenses y de programación de batalla. Por aquel entonces, ya se había labrado una temible reputación de guerrero tan inteligente como feroz.
Tras la orden de disolución del Temple y la investigación por herejía de la Santa Inquisición, De Fersen fue sometido a un profundo interrogatorio y escrutinio para averiguar si estaba implicado en la ominosa trama herética. Tuvo que enfrentarse a una corte marcial y se sometió libremente a una ordalía, un juicio de Dios, del que salió victorioso. Una vez declarado inocente de los cargos de apostasía y de programación de inteligencias artificiales, se permitió su traslado a la Orden del Hospital. Sin embargo, su antigua vinculación al Temple se considera una falta y una mancha en su espíritu y expediente, por lo que nunca podrá ascender dentro de la propia Orden más allá de su rango actual.
Durante los Conflictos Comerciales de Ariadna, De Fersen fue destinado a las Unidades de la Merced, las responsables de la recuperación de heridos del frente de batalla y del rescate de prisioneros. El nivel de riesgo de las misiones que cumplen los Hospitalarios de la Merced es muy elevado, por lo que la precisión requerida es máxima. De Fersen demostró estar muy capacitado para el mando táctico de estas unidades, cuidando hasta el más mínimo detalle en la preparación y ejecución de las misiones. El nombre de De Fersen pasaría a los anales de la Orden en los Cuernos de Hessen, en Paradiso, donde emboscó y clavó a los refuerzos del Ejército Combinado de la IE.
El tiempo ganado por la reducida Unidad de la Merced de De Fersen permitió a las tropas panoceánicas destrozar la retaguardia de las fuerzas Morat, rescatar a numerosos prisioneros y capturar importante información técnica y estratégica.
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